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JAZZNOEND 20º ANIVERSARIO. RECORDANDO NUESTRO "FUEGO CRUZADO"


Como continuación de las celebraciones del 20º aniversario de jazznoend, rescatamos del olvido nuestro "Fuego Cruzado", una de las primeras secciones en los albores de nuestra primitiva página web. En aquel campo de batalla virtual, Parker y Coltrane se batían en duelo dialéctico exponiendo sus enfrentadas opiniones sobre un disco o un artista.

En el episodio que hoy recuperamos para nuestros amigos y seguidores, nuestra disputa versaba sobre los álbumes "The Eternal Triangle" y "Double Take", que los trompetistas Freddie Hubbard y Woody Shaw, registraron a mediados y finales de la década de los '80.  Un servidor era y es un entusiasta de estas grabaciones, pero mi amigo Coltrane, no parecía tan convencido...


PARKER DICE: 
 
El Jazz es también espectáculo. Incruentas batallas entre formidables gigantes; noches de humo y alcohol en olvidados clubes o estudios de grabación que hoy son leyenda... Un público al borde del delirio, una sinfonía de manos y zapatos que no pueden dejar de marcar el ritmo. Músicos en estado de éxtasis; labios al rojo vivo, pulmones a punto de reventar. Un paisaje cada día más lejano en el actual panorama jazzístico, plástico y prefabricado.

Pero aquí tenemos a dos grandes figuras del espectáculo jazzístico del Jazz moderno. Dos exhibicionistas en estado puro: Woody Shaw y Freddie Hubbard. El primero ya nos dejó sin llegar a recibir el reconocimiento que merecía,  el otro intenta ahora regresar de un largo calvario de contrariedades. Pero a mediados y finales de los 80, cuando se registraron  estas sesiones, eran los incontestables reyes de la trompeta Hard Bop. Pura extroversión, un inagotable flujo de electrizante swing para convertir a los más recalcitrantes ateos. Y como imparcial arbitro en este peculiar duelo, el polivalente saxofonista, Kenny Garrett, que no se deja comer el terreno y tiene sus propios momentos de gloria. Y si eres como Santo Tomás, escucha el tema del propio Shaw “The Moontrane”, consagrado por esa “Tower of Power” que fue Dexter Gordon en su propio álbum Sophisticated Giant; si todavía no hubieras quedado convencido, lo puedes intentar con la versión que nuestros amigos hacen de la composición de ese otro gran genio maldito de la trompeta que es Kenny Dorham, “Sao Paulo” o el tema “The Eternal Triangle”, que compuso Sonny Stitt y que quedó eternizado en la región de los mitos en una de las grandes batallas del Jazz moderno, el álbum Sonny Side Up. Y si echas de menos las baladas, también aquí hay de eso: “Lament for Booker” de Hubbard o “Just a Ballad for Woody” son una muestra suficiente aunque no representativa de lo que realmente son estas grabaciones.

¿Crees ahora en el Jazz?

No es una música para noches lluviosas, para momentos de reflexión o para la intimidad amorosa, pero ni una bomba “H” te inyectará mayor energía en un soleado día de verano. Imagina: tu coche, la autopista de la costa, el viento en tu cara, tal vez una buena compañía... quizás sea verdad que la vida es bella.

Pero puede que para este contexto, mi amigo Coltrane prefiera a Lennie Tristano o a Thelonious Monk. Él es así. Escuchémosle.  



COLTRANE DICE: 

Mi compañero Parker hace gala de un apasionado fervor por las aéreas filigranas trompetísticas en las líneas que me anteceden, y no voy a ser yo quien le recrimine por ello. Son muchos años escuchando juntos música de alta escuela entre vapores de whisky y humo de cigarrillos para sorprenderme. Baste decir en este fuego cruzado y respecto a los discos que nos ocupan, que mis devociones en tal instrumento derivan mas hacia la escuela de los maestros de la contención que a la de los incandescentes exhibicionistas. Todo instrumento usado en jazz tiene fronteras que, una vez traspasadas, restan mas que suman en la experiencia auditiva. Así, el pianista corre el riesgo de pronunciar un discurso excesivamente intimista y vacío o, en el otro extremo, de convertir su interpretación en una cascada de notas de acrobática brillantez pero escasa creatividad. Un batería puede pecar de cierto mecanicismo falto de imaginación en el acompañamiento o, por el contrario, de un excesivo protagonismo en la interpretación colectiva eclipsando al resto de los músicos. La trompeta es, junto al saxofón, el instrumento solista por excelencia en el jazz, y su peligro principal radica precisamente en la extraordinaria dificultad técnica que entraña su interpretación, tanto en la digitación como en la formación de sonido. El trompetista avezado cae en ocasiones en la tentación de mostrar al mundo su brillantez en el dominio de la táctica del instrumento, olvidando que en el jazz lo importante es la estrategia de las emociones. Una comprensible manera de amortizar la dura inversión en años de aprendizaje.

Si a todo lo dicho anteriormente añadimos la presencia de no solo uno sino dos extraordinarios trompetistas como Freddie Hubbard y el malogrado Woody Shaw, los peligros se multiplican exponencialmente, ya que a la natural inclinación exhibicionista habrá que añadir una saludable pero enconada competencia entre ambos músicos, lo que supone elevar varios enteros las posibilidades de convertir los discos en una ciclópea pero en último término pueril batalla de gigantes. No es que esto sea directamente censurable, ya que escarbando en la historia del Jazz encontramos entrañables ejemplos de estas incruentas luchas. Me vienen a la mente los duelos de Dexter Gordon y Wardell Gray en los 40, o los de Charlie Parker en su juventud con otros saxos altos que seguramente salieron mal parados por comparación con el genial lider de la revolución bop, pagando su osadía con el anonimato posterior. Sin embargo, en mi modesta opinión estas experiencias configuran un género menor, divertido pero de importancia relativa en la historia de la música de nuestros desvelos.
Dicho esto, parecería que me dispongo a enturbiar cruelmente la llama del entusiasmo de Parker por estos dos discos y sin embargo, no es totalmente cierto. Yo también disfruto en cierta medida de esos nítidos y precisos (y preciosos) sonidos emitidos por los instrumentos de Hubbard y Shaw, al unísono, en solo y contrapunteándose el uno al otro, de esos sobreagudos colocados aquí y allá, de esa digitación ágil y segura, en ocasiones laberíntica, que exhiben en sus intervenciones en solitario. Solo me diferencio en un grado menor de efervescencia en el juicio al considerar, por ejemplo, una obra más equilibrada DOUBLE TAKE que THE ETERNAL TRIANGLE, posiblemente debido a la presencia en el primero de dos emocionantes baladas como Lament For Booker y Just A Ballad For Woody. También me permito resaltar un cierta ausencia de variedad en la selección de temas, abundando excesivamente los tempos rápidos a 4x4 en detrimento de otras saludables aportaciones rítmicas de la rica herencia hard bop. No me excita tampoco demasiado la presencia de Kenny Garrett, un saxo alto algo deficitario en personalidad que ejerce el dudoso papel de convidado de piedra en ambas sesiones, aunque si saludo la presencia de un eficaz pianista como Mulgrew Miller cuyas intervenciones se imbrican adecuadamente en el espíritu de las grabaciones.

Alguien podría pensar que de las reflexiones expuestas aquí se puede deducir también que el fuego cruzado, verdadera batalla de titanes de la crítica de jazz, es en realidad un género menor dentro del periodismo musical. Puede que así sea, pero ¿verdad que es divertido? 

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