BIRD: LAS GRABACIONES DIAL


Durante varias legendarias sesiones de madrugada en el club Minton´s de Nueva York germinó el estilo que terminó impulsando al Jazz hacia una vertiginosa espiral de creatividad que lo convirtió en la música clásica del siglo XX. El Bop, de la mano de pioneros como Dizzy Gillespie, Thelonious Monk y Kenny Clarke, fue una bomba contracultural que sacudió los cimientos de la sociedad americana de posguerra, una sociedad ilusionada y con ganas de descubrir nuevos horizontes después de la tragedia. No obstante, nada hubiera sido lo mismo sin una figura descollante, un artista genial que sirvió de referencia para esta radical redefinición del Jazz que cambió para siempre la manera de tocar de los músicos y la manera de escuchar de los aficionados. Charlie Parker, arquetipo del músico impredecible castigado por las drogas y el alcohol, poseyó el don divino de la creatividad que unido a una asombrosa técnica le permitió alcanzar las mas altas cimas de la expresividad alcanzando sin duda alguna el olimpo de figuras históricas transitado hasta ese momento por otros revolucionarios como Louis Armstrong o Duke Ellington. Y todo ello pese a su tortuosa vida salpicada de escándalos y su penosa muerte prematura a los 35 años.
 
La compañia Dial Records fue fundada por Ross Russell en Hollywood en el año 46. Las grabaciones de Charlie "Bird" Parker para este sello se encuentran entre lo más imprescindible de su producción, de una importancia solo comparable a la de las Savoy o las Verve. Los dos volúmenes aqui reseñados contienen todas las tomas elegidas de las 8 sesiones registradas, mas algunas perlas como la Jam Session grabada en la casa de Chuck Kopely en Los Angeles o varias tomas alternativas escogidas, de las cuales la más interesante desde el punto de vista histórico es la del famoso "break" de alto de Night In Tunisia. En las primeras sesiones se puede escuchar a Bird al lado de músicos de sesión de la costa oeste (aparte de un jovencísimo Miles Davis) interpretando auténticos clásicos de nuevo cuño, en su mayoría basados en estructuras básicas como el blues o los standards de Tin Pan Alley. Bird reconstruye a su antojo su herencia musical, fabricando nuevas líneas melódicas que transcurren con una abundante profusión de certeras notas sobre bases armónicas conocidas y a un tempo generalmente endiablado. Entre estas sesiones se encuentra una pieza especialmente dramática y de un enorme interés histórico: la famosa interpretación de Loverman, donde el oyente atento puede casi palpar el tenso ambiente reinante: Bird improvisa de una forma caótica, entrando a destiempo y desafinando de una manera completamente inusual en un músico de su calibre. Los músicos que le acompañan se miran unos a otros y tocan con poca convicción, seguros de que la toma no es válida debido al estado catatónico de su líder. Después vienen The Gipsy, BeBop y después el colapso de Parker, que se desploma en el estudio de grabación. Aquella noche una habitación del Civic Hotel de Hollywood estalló en llamas. Parker, bajo los efectos del fenobarbital, fué maniatado y enviado a la cárcel del condado, desde donde daría con sus huesos en el Camarillo Hospital para una cura de desintoxicación. Pura historia del Jazz.
 
El resto de sesiones son magníficas, ya que después de su estancia en Camarillo Bird vivió una época de cierta estabilidad mental. De vuelta en Nueva York y con la aureola del mito sobre su cabeza, comenzó a buscar músicos para formar un quinteto estable. Miles Davis, también de vuelta, era una opción clara para la trompeta. Una sólida sección rítmica formada por Duke Jordan al piano, Tommy Potter al contrabajo y el sensacional Max Roach a la batería completó un combo que contribuyó como ninguno a engrosar la leyenda. El Bird de estas grabaciones es un músico relajado, en plena forma tanto mental como física, que vuelca toda la intensidad de sus emociones en su magistral improvisación. Miles Davis elabora sus solos generalmente en registros medios, especialmente en las baladas, donde demuestra que puede haber inspiración donde no hay pirotécnia (este es uno de los hallazgos de Davis que le convirtieron en mito por derecho propio). Max Roach transforma con sus solos y acompañamiento la forma de entender la batería moderna.
  
Baladas inmortales como Embraceable You, Don´t Blame Me, My Old Flame. Tempos rápidos como Scrapple From The Apple (basado en la secuencia de acordes de Honeysuckle Rose), Dexterity y Crazeology (I Got Rythm), blues nerviosos y frenéticos como The Hymn (Wichita Blues) o a tempo medio como Bongo Bop. Un legado musical incomparable que el buen aficionado debe saberse casi de memoria. Imprescindible.
 
 
 

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